Reseña de Mabe Frati: Planos para construir

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Por: Susan Campos Fonseca

Turrialba, Costa Rica, 17 de mayo de 2020

Escribo esto mientras escucho el nuevo álbum de Mabe Frati. Lo primero que amé fue el timbre tejido entre el violonchelo, los sintetizadores, y el órgano de aire. Esa vibración me recordó aquella que enseñaba el maestro sufí Hazrat Inayat Kan: “Every emotion arises from the intensity of the vibrations which, when active in different directions, produce different emotions, the main cause of every emotion being activity alone.”

Lo que podemos aprender en la música de Mabe Fratti será individual, abriéndonos como carne transmutada en tiempos de pandemia.

“Escuchamos culturalmente” decía Pauline Oliveros. En este álbum escucho al David Sylvian “víctima de las estrellas”, a la Tanya Tagaq con voz humana y no-humana, escucho las micropolifonías cibernéticas de Julianna Barwick & Ikue Mori. Escucho a la Hildergard von Bingen que escribía dramas litúrgicos en tiempos pestilentes.

Los poemas que Mabe teje con su música producen una composición alquímica, erótica nihilista en tiempos sin abrazos. Tiempos de rostros con máscara que caminan marcando distancia. Tiempos de cuerpos que caen, muertos mientras producen, porque el capitalismo no puede cesar de producir y consumir, mientras vela bajo la sombra de la “estatua de la libertad” las fosas comunes sin nombre.

Una moneda penetrando suavemente el asfalto, en la portada de Planos para construir (2020), de Mabe Fratti. Guatemalteca residente en México. Emigrante. Superviviente. Música.

Fecha de lanzamiento: 15 de Mayo de 2020

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