Por: Susan Campos Fonseca
Elegir crear significa superviviencia
Conozco el trabajo del compositor y cineasta colombiano Julián de la Chica, desde hace varios años. Su música de estética post-minimalista encontró un lugar en la ciudad de New York, a la que emigró desde Manizales, una ciudad de la región cafetera montañosa del oeste de Colombia. No obstante, cuando he tenido encuentros con compositores/as colombianos/as, ellos/as desconocen o evaden nombrarle y escucharle. Omisión y sordera que lastimosamente asechan a gran parte de las personas que eligen las músicas experimentales en América Latina, territorio donde las políticas culturales continúan apoyando ese “nacionalismo epigonal” del que nos habla Graciela Paraskevaídis, en su articulo “Música dodecafónica y serialismo en América Latina”.
Las músicas experimentales en su amplitud diaspórica hacen temblar estos pilares “epigonales”, pero en la gran mayoría de los casos, las “raíces” de estos pilares se extienden por todo el continente, tratando de limitar la diversidad del pensamiento sonoro. Esto puede permear inclusive en los centros de investigación y las iniciativas “extranjeras” dedicadas a estudiar y promover las “músicas latinoamericanas.” Pienso mucho en todo esto, y en cómo vivimos creyendo en estas “historias” sobre herencias y genealogías legitimadas por los “colegios de compositores” y los galardones de la “industria”.
Escucho la “sinfonía” de Julián de la Chica, y leo en sus notas que: “Este trabajo, para orquesta de sintetizadores, reconsidera las definiciones canónicas europeas del género, durante la nueva forma de creación que impone el distanciamiento social.” (1)
No sé porqué todavía tenemos que escribir “sinfonías”, pero como musicóloga no puedo dejar de pensar en las crisis que desató este género, y su vinculación con la llamada “escuela alemana,” en aquella búsqueda por una “música absoluta,” que desgarró las tecnologías sonoras de los/as compositores/as decimonónicos/as. También recuerdo las pretensiones “academicistas” que han ensombrecido la historia de este género. Sin embargo, sonrío para mí al escuchar la “sinfonía” de Julián, recordando las experimentaciones sonoras de un Charles Ives o una Eliane Radigue, cuyas obras también fueron diseñadas tomando en consideración este género y su historia.
Julián de la Chica compone una sinfonía a partir de sonidos sintetizados, y lo hace en tiempos de pandemia. Sus notas nos remiten al compositor frente a su computador, con su equipo electrónico, aislado, abrazando la posibilidad de pensar Symphonia, palabra que además remite a ideales de “armonía universal” y “creación de nuevos mundos” … mientras el caos, movido por el terror y la desesperación que genera el “contagio” incontrolable, consumen nuestro entorno social. Esta “música experimental” creada por un colombiano residente en una de las ciudades más golpeadas por la pandemia, me estremece.
Me pregunto ¿cuántas personas escucharán esta sinfonía?, en tiempos en que la propia profesión artística se ve humillada por una “clase política” internacional que nos consideran “inútiles”. Imagino a todas esas personas aisladas que deciden ejercer su derecho a “crear”, pero no en los términos neoliberales que se han apoderado de la “creatividad”, para justificar y declarar que “sí somos útiles” en los términos que el capitalismo considera aceptable. No, aquí me refiero al verbo “crear” que remite a la resiliencia, a la disidencia proactiva de quienes deciden no quedarse frente al televisor contando muertes. Elegir crear significa superviviencia.
Escucho esta “sinfonía” y compruebo que la pandemia es maestra. Nos está arrancando capa por capa, todas las máscaras que nos ocultaban el verdadero rostro de nuestra “civilización” y “cultura”. Contemplémonos, escuchémonos.
Fecha de lanzamiento: 18 de Julio de 2020
NOTAS:
1) En el original, “This work, for an orchestra of synthesizers, rethinks European canonical definitions of genres in a new form of creation during social distancing.” La traducción es mía. Disponible en Irreverence Group Music.