
Por: José Gallardo A.
Parte 1
Antes de comenzar a escribir esta reseña he reflexionado varias vertientes posibles para iniciar, buscando tal vez variar sobra la forma clásica de un texto de este tipo, ahora bien, me encuentro aquí ante un disco que tiene tantas vertientes posibles como rizomas la naturaleza, entonces he optado por hacer un escrito un poco más largo de lo habitual, o eso espero.
“La música de los negros está llena de sufrimiento, les podemos decir así Oliver, negros, nosotros los judíos entendemos ese dolor, por eso disfrutamos tanto de su música” Beginners, 2010.
Cuando comienza Batea, el cuerpo y la mente se debaten entre sí esto es África, New York, Chocó, tabogo, medallo, ¿dónde estamos, en qué fiesta, quienes son estos, porque pueden cantar en español con los ritmos de Fela Kuti? o ¿es que eso no le pertenece a África? Todo porque un marimba de chonta y una bateria dialogan sobre el bambuco y el Nigeria Afroeat, el bajo bordón del bambuco y la batería del afrobeat estaban hace años por conocerse y desgraciadamente o por lo menos, no para estos oídos, se había logrado la comunicación, así como suele pasar con el sonido, en tiempo y espacio, es decir donde el relativismo es aplicado a la estética, donde la música de indígenas latinoamericanos, negros, blancos, mulatos, se encuentran por un instante. Todo según el marimbista de este bello grupo, invento de los maestros Diego e Iván, los productores del disco. Si no me creen, vayan al instagram de ellos, que todo lo comunican sin temores, pues no están pretendiendo crear patentes sobre la música ancestral, eso se lo podemos dejar a los que inventan chapas como “nuevo macondo”, worldmusic, excel music, etc music. Ojo, un detalle bien importante para unir todo esto, un sonido que no es ni de occidente ni oriente (bueno, en este momento de la historia eso que escribí es estúpido, pero se entiende el punto) la guitarra eléctrica, limpia, con un palm muting (pm)preciso, casi como una marimba, un poquito de reverb muy natural, un poquito de fender chorus classic y sale.
Este primer tema, es la tesis primaria de este grupo, ya usted decidirán como redactarla.
Campesino, comienza con una clave, un rhodes, una guitarra en sordina o p,m, y una gran letra, donde el rap, el toast, la tiradera se van en contra del estado, de las multinacionales, de los humanos que intentan poner en peligro al campesino, nuestra fuente primaria de alimentación, respeto, educación, lo que usted quiera, bueno, este escritor se siente muy orgulloso de tener genes campesinos e indígenas, no se ustedes. Es muy importante que cuando se tiene un modo de amplificar los mensajes, dichos sean más inspirados en nuestros conflictos sociales, políticos, emocionales en clave de universalidad, ya que estamos sinceramente mamados de discursos egocéntricos y elitistas enmarcados en el folklore, la canción social y el pop, muchas veces incluso mal escritos, mal ejecutados pero con mucho alcance. como artistas es importante preguntarse por el contexto y el alcance de tu obra, pues no vivimos en shopping malls como diría el viejo Peter S. En dicho tema se invita seriamente a dejar de inundar nuestros campos de venenos con fumigaciones de glifosato, una método anquilosado en la “guerra contra las drogas” algo que históricamente ya está incluso archivado en Langley.
Agua es un mensaje de agradecimiento sobre una gran descarga de cununos macho y hembra, marimba de chonta, rap, canto de alabao, es el sur, medio y norte del Chocó presente en su máxima expresión, el coro “aaaaaa guuuuui taaa” es una bella melodía monódica, que inspira una cierta espiritualidad universalizante, tipo lo que grandes como Stockahusen, Coltrane buscaban con sus teorías sonoras musicales, donde creían que la música casi como un virus podría aliviar las penas. Esta idea también la encontramos en Bob Marley, bellamente citada por Will Smith en “Legend”, film pandémico.
Batea como buen sencillo, se ubica en medio del disco para así cautivar con éxito al escucha pasivo y enamorarle del disco, o pararlo de su silla, una clásica canción del sonido de Buenaventura, inmortalizado por Hugo Candelario, Herencia de Timbiquí, Nidia Gongora, Iván Benavides, Cerrero, usted me dirán donde paro.
Parte 2
La tradición no es sinónimo de élite.
La tradición no es sinónimo de arte.
La tradición no es sinónimo de cárcel.
“Quiero´bligarte los sentido´sembrate mi corazón,
llevarte hacia el encanto pa´que encontremo´el amor…”
Caramelito e Mamey
Los occidentales creemos muchas veces que inventamos cosas, y la verdad no hemos inventado nada nuevo desde el siglo IV antes de cristo, ahora bien, particularmente en la música Pierre Boulez pensó que él se había no sólo inventado todo, si no además que podía emitir juicios a derecha, izquierda, centro y donde le viniera en gana, solo porque era él, que digamos puede que no sea poco en términos históricos, pero es igual de peligroso pretender que tu figura puede ser también autocrática, entonces, esta sección se la dedico a ese viejo cansón que era, el cual hizo algunos aportes, la verdad más políticos y de infraestructura (el IRCAM, así ahora pongan word music, como me dijo una vez un compositor de esos Colombianistas) y también pelear con John Cage, Schöenberg, Stocki y otros le conviene, o nos convino, porque afortunadamente no estamos de acuerdo con él y su visión colonialista de la música.
Dicho esto, esa frase de arriba en Caramelito e Mamey es lo que se llama elisión, tan presente en las culturas ancestrales, como en los versos poéticos del Decamerón de Bocaccio, algo que resaltaba mucho mi maestro Mario Gómez-Vignes en las clases de análisis de la forma, cuando hablábamos de Beethoven y sus formas. En un truco o elemento técnico que los músicos robamos de los poetas, esos poetas de los que habla Aristóteles y Stravinsky en sus respectivas Poéticas, pero que también encontramos diariamente en canciones de La muchacha, Brieja Ojeda, Goli, Natalia Lafourcade, y olvidan algunos músicos de la tradición clásica, esa que dice que uno no puede dialogar con otras sonoridades, ni ponerle un poquito de distorsión al mix final de un grupo de tambores.
En la misma línea van los dos temas siguientes, La clave de vivir, y Arruyo Party, para darle un nudo interesante a nuestra tesis inicial sonora. Ojo, Bach también hizo eso, se llama el clave bien temperado y arte de la fuga, solo que no pudo grabarlo.
Llegó bejuco, Chigualo, son el crescendo controlado y dinámico que va terminar en una de las melodías más bellas que he escuchado en mucho tiempo: Estrellita.
“long ending….”
Canalete, ronca que vamo a llegar…canalete….
Sinceramente, siempre he creído que todas las culturas tienen algo de meditación zen o budista, solo que le llaman de otra manera, o le dicen meditar, bailar o cantar sentao. Recuerdo que tuve un profesor muy malo de etnomusicología, de esos que nos “retaba” a descifrar si el bombo está al derecho o al revés, esta parte va dedicada a su flojera educativa.
¿A quién le importa si el bombo va al derecho o al revés cuando baila? ¿para quién hacemos música? El sonido es un pegamento social, uno de tantos, que genera tanta empatía como anestesia, ahora bien, ¿cuál es nuestro oficio allí? ¿de qué estamos llenando el mundo digital sonoro actual?
A todos les digo: voltéame el bombo.
Fecha de lanzamiento: 19 de febrero de 2021.
Publicado originalmente en: https://josegallardoarbelaez.com/textos/f/batea---bejuco