
Las cualidades del sonido se han ido extendiendo con el tiempo a distintos campos creativos. Recientemente la experimentación y el arte sonoros han ido tomando relevancia en distintos círculos interesados a su vez en utilizar diversas tecnologías para tratarlo y reproducirlo. En el campo de la música, encontramos cada vez más el uso de diversos y complejos dispositivos electrónicos que ofrecen señales analógicas y digitales. Pero más que la técnica, que mucho importa, me interesa reflexionar sobre el contenido. ¿Cómo se expresa y percibe el sonido con estas tecnologías? ¿Se está creando a partir de ellas o desde una exploración interna del creador? ¿Qué tipo de identidades surgen? Quizá son demasiadas preguntas para una reseña, pero al fin de cuentas provenientes de pequeños aunque constantes y poderosos encuentros interesados en ello como lo fue SONORIDADES.
Este encuentro de dos fechas organizado por el colectivo denominado Sociedad del Estruendo, presenta la oportunidad de quizá responder algunas de estas cuestiones, analizar, sentir y escuchar diferentes propuestas que se desenvuelven alrededor de este tema.
Entre una atmósfera de colores fluorescentes acentuados por la clásica galería de cubo blanco proyectados a través de alguna técnica audiovisual, se acompañó a cada set sonoro con una serie de imágenes abstractas. Mismas que empiezan a adquirir relevancia para algunos creadores, con el objetivo de entablar diálogos entre disciplinas, esperemos, cada vez más amalgamados. En la segunda fecha, el espacio resultó todo lo contrario a la primera, lugar que alguna vez fue habitado por conciertos de la misma índole, pero de generaciones que a mi parecer, formaron un fuerte antecedente de los presentes y venideros encuentros, los tablones del piso suelto continúan resistiendo. Los espacios de estas dos fechas no crearon más que analogías entre lo que sucedió y sucede con la experimentación sonora en CDMX.
Así pues, la diversidad de propuestas resaltó y en ello radica el enfoque y relevancia que deseo abordar, ya que recordando la primera pregunta, se percibió como un cóctel de expresiones independientemente de su trascendencia. Desde figuras del noise como Heraldos Negros, Arboles Mentirosos, Magenta, Le Trash Can y Fabrik Mutter(aunque este último orillado al tecno); hasta proyectos nuevos en constante exploración que coquetean por medio de grabaciones de campo, la aplicación juguetona de varias técnicas extendidas, la utilización de dispositivos sonoros y electrónicos construidos de propia mano o sintetizadores de alta gama.
Se ofreció entonces una apertura brutal, con todo el carácter extremo del ruidísmo, desde las cuatro salidas de audio que el primer espacio proporcionaba en cada una de sus esquinas y que en ocasiones resultó difícil, pero en idea desarrollable. Aquellos sets fueron el contenedor de amplias gamas de estilos y practicas creativas, desdoblamiento y contención explosiva de emociones que dentro de un cierto caos oscuro, estructuras casi geométricas aparecían en forma de espectros vibrantes, collage de texturas y grafismos amorfos. Aquellos días brillaron los sonidos en las pupilas despiertas del público, que escuchaban las posibilidades creativas de cierta radicalidad a través de la tecnología. La convivencia entre esas mismas propuestas mutó a través de los sets a vibraciones más atmosféricas llenas de dinámicas estructuras musicales y tonos minimalistas. Un ensamble que podría situarse en medio de esta mutación fue el de Alex Tux y Rodrigo Ambriz, cuyo estilo es de una intensidad orgánica enfatizada por el dinamismo y la distorsión vocal.

He de señalar lo interesante que fue presenciar un evento con aportes de distintas generaciones, aquellos que en el presente empiezan a forjar su camino y retoman la experimentación desde un lugar más descifrado con respecto a la tecnología, mismo que aporta una gama amplia de colores para crear. Participantes como Alda Arita, Daniela Solís, Navaja Negra, Ex Esposos, La vida del abismo, Umbra, José Orozco Mora, Loretta Ratto y Víctor Juárez forman parte de esta generación interesada en encontrar su propia voz y expresar desde sus bagajes culturales únicos y a la vez compartidos, esta realidad distorsionada. Sea voluntaria o involuntariamente, se transmitieron intenciones claras y honestas aún con las múltiples direcciones que proporciona el uso mismo de los dispositivos electrónicos y que en ocasiones, para el creativo, puede resultar desbordante o carente de contenido, nada que la construcción de experiencia y el interés genuino por este tipo de expresiones no pueda superar, ya que para los escuchas más acérrimos o el mismo músico, nunca sobra el logro de alcanzar a generar momentos vivos dentro de los escuchas.
De esta manera, me gusta pensar que las jerarquías arraigadas en el arte se disuelven al menos por momentos. El vínculo intergeneracional da la oportunidad de escucharse unos a otros, aprender, compartir públicos, refrescar mentes y propuestas, reconocerse como entusiastas y al mismo tiempo valorar las trayectorias. Conectar desde lo que parecía ser el interior de sus propias sonoridades y ofrecer su verdad a través de un lenguaje propio. ¡Sí!, hay mucho que aprender, mucho que estudiar y mucho contenido qué pensar y sentir. Ser testigos de conciertos en extremo memorables no es habitual, pero este tipo de iniciativas impulsan, suman al proceso, al desarrollo. Generan el deseo de presenciar el crecimiento del musicx.
Evitar la propuesta vacía que propicia la actitud de competencia y domina muchas veces la expresión, ya será tarea de cada uno. La experiencia sensible nunca miente y ella se presenta en la ingenuidad de un trabajo arduo que proviene de la mente y alma, no del escenario. Diversidad, más diversidad para encontrar lo nuevo del pasado y el futuro. Estar de un lado no es ir en contra de otro, es tener la posibilidad de viajar entre propuestas y complejizar las expresiones para promover la escucha más profunda.
Sólo me queda desear más Sonoridades, más colectivos, señalar que hace falta la equidad de género en donde las mujeres puedan ser protagonistas y no molestadas al lidiar con su tecnología, más propuestas de musicxs y no la repetición constante de ensambles, apertura. Organización y disposición de crear como lo ha hecho Sociedad del Estruendo conformado por Sergio Ehécatl y Víctor Juárez, quienes desde provincia hacen posible estos encuentros y con suerte, nuevos puentes para la descentralización futura de este continuo experimento.
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