Reseña de ‘Estoma’ de Samanta García

En el espacio que rompe la continuidad de una superficie, como esta cavidad que transita la oscuridad y el vacío, ahí se encuentra la colombiana videógrafa y músico experimental Samanta García, que con su primer álbum de ficción sonora Estoma, lanzado a través de su sello visual Dark Mesh, emplea formatos experimentales de audio y video para recrear entornos donde la tecnología y su relación con la música se piensa poética y existencial.

¿Ficción sonora? Sí. Con un un sonido brutalmente digital, utilizando medios interesantes como Pure Data, Landscape e interactuando con sintes análogos, Samanta nos narra en texturas orgánicas y digitales, quizás la travesía entre los puntos intermedios, experiencias que parecen distintas pero son la misma cuando acuden a un sentido propio cuando se transita la transición, acá me refiero al sonido, pero Samanta también intenta ser visual. Así que ésta es mi interpretación narrativa.

‘Donde menos se piense hay un espíritu’, track con el que abre el disco, las superficies sonoras se traslapan en texturas donde emergen figuras propias de la misma fuente, creando el ambiente adecuado para que se conviva con una entidad, la misma que parece romperse en sí misma y comienza a tener un diálogo en el siguiente track ‘mutación’ que como a modo de respuesta las capas sintetizadas parecen responder al otro que pregunta, si la tormenta que se avecina es real o no para aventarse a un trance con el ritmo. ‘trance muerto’ su tercer track, hace uso de beats industriales, un sonido oscuro pero bailable, con la pulsación propia de la electrónica. En ‘lluvia y capital’ de mis favoritas, la voz de Samanta, un ambiente y ritmo bastante familiar a mi contexto latino y las lluvias que parecen mutar con el ruido como un llamado sutil a la sintetización, misma que parece ocurrir en‘come’ como algo que ha ocurrido, una sintetización de la máquina que ha experimentado una trayectoria, de ser tormenta en medio de dispositivos digitales. Para desembocarlo todo en la red que todo lo une, cosa que nos lo relata en ‘mesh’, un sonido digital se consume en lo orgánico y visceversa, para finalmente escuchar la escena total con el último track ‘estoma’ un sonido denso y oscuro, propio de una cavidad. Al otro lado desemboca el agua. Gota a gota, agua y nada más.

Musical y conceptualmente, el disco evoca espacios nebulosos e intermedios, pero con el desenlace propio de su título, recomendadísimo. Y sí, en la ficción, como en la vida real, en donde menos se piense hay un espíritu, en la mutación y transformación del mismo en la máquina.

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