Reseña de Nothingness, ou… O vento: George Christian

Atravesar las fronteras del confinamiento se volvió una cuestión necesaria para sobrevivir. Ya sea a través de un viaje de autoconocimiento, de la creación o ambas. Desde Brasil, George Christian nos presenta un álbum donde su viaje interior se materializa en postales sonoras del desierto, como una travesía espiritual necesaria para crecer y tomar fuerza. El largo aliento del disco nos brinda el tiempo justo para adentrarnos en una meditación insondable. El reto es perderse en los paisajes y no perdernos a nosotros mismos.

La canción de Dorival Caymmi, con arreglos de guitarra de George, ‘O Vento’ nos recibe en la puerta de salida, nos da la ropa, el agua y los medios que necesitamos para empezar un viaje largo, constante, meticuloso. Con un canto al viento para que nos lleve de a través de las dificultades del camino.

‘Mudança de Destino’ es la primera parada en el desierto. La aridez del paisaje del alma resuena con las cuerdas de la guitarra en un caminar apurado, deseoso de llegar al oasis que se ve a la distancia. El track nos desvía hacia la felicidad de la lluvia, una lluvia anímica que refresca pero nos confronta con el peso de lo que cargamos en la travesía.

Con ‘Sujeito a Tempestades’ nos subimos al barco del autoconocimiento para observar cómo las olas de arena de la duda chocan contra nosotros. Salimos adelante, con una fuerza profunda que nos dan los tonos graves de la guitarra, como el viento que empuja nuestro navío sobre la arena. El paisaje es el reflejo de lo que añoramos, el mar, la luna, y la melodía es el impulso a seguir. 

En el primer conjunto de piezas, ‘Tuareg do Abaeté I’, narra el encuentro con el otro. Sin embargo ese otro somos nosotros mismos vistos a través del recuerdo de una libertad recientemente perdida. La danza de la música es un requerimiento para reconciliar las piezas perdidas en el paso del tiempo. En el segundo track, ‘Tuareg do Abaeté II’, la danza que predomina es hacia el interior. Con movimientos desesperados para encontrar los límites del cuerpo propio. Como en el municipio brasileño que hace mención el nombre del track, la sensación de aceleración se desborda en los arpegios y las tonalidades, aunque regresa a una repetición que nos planta en la arena, desde los pies, las manos y la cabeza.

El siguiente movimiento es un trío de piezas, ‘Toques Frágeis I’, con percusiones esporádicas y un juego de sonidos con las cuerdas que recuerda la fragilidad que somos ante la inmensidad del desierto, de la vida. Cansados, con un lento respirar cuando cae la noche y nos envuelve, podemos recuperar lo perdido. ‘Toques Frágeis II’ empieza como la mañana después de la resaca existencial. Poco a poco vamos recuperando las esperanzas y el ánimo. En cambio, ‘Toques Frágeis III’ pone pausa al despertar y nos regresa al estado meditativo donde nos preguntamos si es necesario salir al mundo o dejarlo entrar. El drone de este track hace omnipresente esta duda. 

Con ‘Nothingness’, el otro track que le da nombre al álbum, retomamos la travesía por el desierto emocional. La textura que yace de fondo es el calor de las ideas, de los sentimientos removidos por la travesía. Al fin vemos que avanzamos después de escalar las dunas, reposar a la sombra de una piedra, todas las texturas se conjuntan en la música.

‘Swell’n Rollin’ Again’ es una pieza que crece. Desde lo minimalista busca el gran impacto al transformarse en una textura que te absorbe, te aglutina, te centrifuga, todo esto para lavar la incertidumbre del cuerpo, empezando por los oídos. Estamos a punto de llegar al oasis de ‘Zonas de Passagem’. Aquí, se realizan los sueños que vimos desde el principio del álbum. Con una guitarra que eleva al escucha hasta la inmensidad, y sentimos que el viaje apenas comienza, de nuevo.

El disco cierra con una versión eléctrica de ‘O Vento’. El viaje transformó y dio fuerza a nuestro temple, ahora podemos recurrir al viento del desierto que erosionará nuestras dificultades. La canción nos recibe y nos invita a emprender el viaje de nuevo. Sin duda, la experiencia de la travesía nos convierte en otros, más nosotros.

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